Aitana y Elías corren, gritan, juegan a la escondida, se pelean y corren nuevamente para abrazarse. Se funden en un abrazo eterno. Elías improvisa un beso. Aitana lo mira desde arriba, con ojos de hermana mayor. Entra de la cocina a la escena del abrazo, Memé. Para Aitana eternamente, Memé. Para Elías, mal que les pese, la abuela. La llama en su idioma. Aitana llega primero y la abraza. Elías le protesta que no, que la abuela es de él. Ella la vio primero. ¿Qué entenderán ellos de primeros y segundos?
Abre la puerta el Nono y Elías a los gritos corre a agarrarse de sus piernas. Lo pisa, le tironea el pantalón, hasta que consigue que lo alce a "bupa".
Mi hermana sale del pasillo, contestando un mensaje de texto, diciéndole algo a Aitana.
Lucas revisa la revista de "La Nación" sentado en el sillón, buscando el horóscopo, que Marina le pidió leyera en voz alta. Se ríen juntos de sus próximas peripecias, ambos cancerianos, signados por planetas en común.
Y Yo estoy ahí, en medio de la escena, pero como ajena. Como simple espectadora, de tantos pequeños milagros, ocurriendo a mi al rededor.
Mi sobrina y mi hijo, se crían como hermanos, amándose y odiándose. Disputando lugares, juguetes, amores, abuelos, pero en eterna armonía. Mi hermana está a unos pasos, y me puedo estirar y tocarla, y abrazarla, y cargarla, y reirnos juntas, y también llorar. El amor de toda mi vida, me mira cómplice a mí, porque nuestro maravilloso hijo acaba de hacer una nueva payasada. Mi mamá nos cocina, con amor incondicional a todos.
Abre la puerta el Nono y Elías a los gritos corre a agarrarse de sus piernas. Lo pisa, le tironea el pantalón, hasta que consigue que lo alce a "bupa".
Mi hermana sale del pasillo, contestando un mensaje de texto, diciéndole algo a Aitana.
Lucas revisa la revista de "La Nación" sentado en el sillón, buscando el horóscopo, que Marina le pidió leyera en voz alta. Se ríen juntos de sus próximas peripecias, ambos cancerianos, signados por planetas en común.
Y Yo estoy ahí, en medio de la escena, pero como ajena. Como simple espectadora, de tantos pequeños milagros, ocurriendo a mi al rededor.
Mi sobrina y mi hijo, se crían como hermanos, amándose y odiándose. Disputando lugares, juguetes, amores, abuelos, pero en eterna armonía. Mi hermana está a unos pasos, y me puedo estirar y tocarla, y abrazarla, y cargarla, y reirnos juntas, y también llorar. El amor de toda mi vida, me mira cómplice a mí, porque nuestro maravilloso hijo acaba de hacer una nueva payasada. Mi mamá nos cocina, con amor incondicional a todos.
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