Carteras y Bolsos: Una cuestión Filosófica


Una tarde para la época de las fiestas, donde las calles están como si hubieran reventado varios hormigueros, salimos con una misión casi imposible: comprar los regalos de navidad. La empresa era divertida, pero lo divertido cedía su lugar a lo aburrido, pesado y problemático. Mucho calor, negocios atestados de gente decidiendo qué llevar, llevándose algo que no iban a comprar; colas interminables para entrar a ver qué había para llevarse, y gente llevándose lo primero que le ofrecían para no tener que soportar las filas y filas otros negocios, o en el mismo. En medio de semejante panorama, poco alentador y entretenido, sumábamos esfuerzos, Marina mi hermana, Lucas, Elías, Aitana y yo.

Acalorados por la temperatura ambiental, y la otra, caminábamos entre la marejada de gente que parecía ir contra nosotros (o nosotros íbamos contra la corriente de gente). Todo nos costaba el doble. Solucionamos un problema cuando llegamos a la casa de carteras "Doga". -"Mamá quería un bolso"- dijo mi hermana, y se hizo la luz ante un interrogante ¡¿qué le íbamos a regalar a mamá?!.

Habían visto un bolso deportivo de marca, en otro negocio. En las casas deportivas, los originales salían más que mucho, pero los que ellas habían visto, eran bien baratitos.
-"De esos no hay"- nos informó una vendedora, que venía de remarcar un par de precios. ¡Qué abuso!, pensé, pero seguí imbuida en la cruel tarea de elegir OTRO. La cuestión era, conseguirle un bolso. -"Uno que haga juego con sus zapatos azules"- dijo mi hermana. Buscamos alrededor, mientras Lucas subía unas escaleras para ver valijas. Después nos contó que donde subió era el depósito, y que en realidad no se podía subir. Travesuras de Peter Pan, pensé.
Seguíamos mirando carteras, ¡malditas carteras, malditos bolsos!. No veíamos ninguno que nos gustara. Que realmente nos gustara. ¿Es un regalo digno para una madre un bolso, que encima va a usar para ir de su casa a nuestras casas a cuidar a los niños? pregunta que a mi, me rondaba la cabeza dos o tres veces por minuto a medida que la vendedora, seguía sacando bolsos.


Salimos con 3 carteras y un bolso, Elías durmiendo en el coche, Aitana pidiendo upa, y muertos de hambre y sed. Parada obligatoria: un kiosco donde arrasamos heladeras y alfajores. Salimos rejuvenecidos, aunque cansados. Marina mira hacia adelante y ve justamente frente al kiosco, el mismísimo bolso que mamá había elegido, el día que salieron juntas.
-"Qué cosa!"- dijo mi hermana en voz alta. -"¡Mirá, es el bolso que quería mami!"- ante lo cual, mi hermana medita algo para sus adentros. Gira la cabeza y pregunta, me pregunta: -"¿cuál es la diferencia entre la casualidad y la causalidad?"-
Me vi obligada a pensar una respuesta correcta.
Dadas las circunstancias, a saber: calor, hambre, cansancio, hastío, gente, gritos, y ruidos, opté por un camino corto. No simple, pero si, corto. Y correcto.
-“A ver… casualidad quiere decir que, hagas lo que hagas, o dejes de hacer, lo que sea que dejes de hacer, o seas como seas, inexorablemente, algo puntual sucederá. Es creer que existe un destino escrito, algo que no puede cambiarse. En cambio la causalidad explica que, todos los hechos suceden como consecuencia de un hecho anterior. Todo responde a la ley de causa-efecto.” – y pensé inmediatamente, que había logrado lo que quería: Corto, sencillo y fácil.
Marina hizo un largo silencio. Siguió caminando mirando sus pies dar cada paso, como quien con cada pisada, mastica algo. Iba como masticando la explicación. Un largo silencio.
Me pareció estar en una película de suspenso, donde todos están esperando el hecho que provoque el salto. Y el salto vino. Se dio vuelta y me miró pensativa pero con una certeza abrumadora.
-“Ah! ¡Entonces, lo de los bolsos fue casualidad! Ahora entiendo.”-
Dí el salto y pensé – no entendió nada –
Marina no me había entendido a mi, o no entendió los conceptos, pero por su respuesta, entendí yo horrorizada, que mi hermana ¡CREE EN EL DESTINO!
Como creo que la primera opción es la verdadera, o sea NO ME ENTENDIO (será que me resisto a pensar que mi hermana cree en el destino) pensé que bien valía la pena una breve aclaración, casi para que nos sirva a todos, y a lo mejor por CAUSALIDAD, mi hermana lo lee, y entiende:

Casualidad VS. Causalidad

Es cierto que inconscientemente, o no, a hechos extraños, misteriosos y asombrosos, o que nos sorprenden, hasta a las coincidencias que parecen no tener una explicación lógica, las enmarcamos con un –“¡pero qué casualidad!”- cuando en realidad, tienen una explicación de su razón de ser. ¿Oculta tras algunos velos que debemos correr? Tal vez. Pero la tiene.
Basta posar nuestros ojos inquisitivos y preguntones para abrir esas puertas que parecen cerradas. Entonces deja de ser casualidad. Algo azaroso, hasta accidental.
Así vemos que, los hechos que coinciden o que hacen a la coincidencia, no son independientes, y escondida o no, hay relación causal entre ellos.
La casualidad queda aparte, se corre y deja lugar a otra cosa muy distinta, que es la Causalidad.
En términos simples, la causalidad esboza la ley de causa – efecto. Y esto no quiere decir otra cosa que: todo hecho, misterioso y sorprendente o no, tiene su razón de ser en otro hecho anterior, y a su vez será efecto de uno nuevo. Una serie de eslabones que van engarzándose, para formar una interminable e infinita cadena.
Así todo cuanto sucede viene de algo, e indefectiblemente se dirige hacia alguna parte. Nada es estático, ni rígido. Todo está por escribirse, y nadie más que nosotros, seremos los autores.
Así, sin casualidades y sí con causalidades, seremos responsables de nuestros propios destinos.

Responsables, entiéndase bien y archívese.
Si elige no serlo, a lo mejor su vida sí estará llena de casualidades.
Yo por mi parte ELIJO que esté llena de las otras.

Tal vez entonces, la próxima vez, piense y diga: “¡QUE CAUSALIDAD!”.


Acá les dejo algunas frases y refranes

“Las causas están ocultas. Los efectos son visibles para todos.”
Ovidio (43 AC-17) Poeta latino
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Quien siembra vientos recoge tempestades.
Refrán

“Cuanto más planifique el hombre su proceder, más fácil le será a la casualidad encontrarle.”
DURRENMATT, Friedrich

“Lo que llamamos casualidad no es ni puede ser sino la causa ignorada de un efecto desconocido.”
VOLTAIRE, François-Marie Arouet

1 comentario:

  1. Anónimo2/03/2008

    increiblemente cierto. No puedo decir mucho mas, ya que lo vivi en 1° persona, sos una grande!

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